Una profesora que dirige una clase de japonés en línea para extranjeros que viven en la prefectura de Nara, sugiere que se necesita un sistema que no dependa del voluntariado, ya que se espera que el número de extranjeros aumente.
El conocimineto de japonés es un desafío para los extranjeros en Japón que intentan integrarse en sus comunidades locales. La “Clase de Japonés Machiya”, dirigida por Miya Kaizaki, de 48 años, residente de la ciudad de Katsuragi en la prefectura, brinda apoyo a los extranjeros que luchan con las barreras del idioma.
Según el gobierno nacional y otras fuentes, aproximadamente 3.41 millones de extranjeros vivían en Japón a finales de 2023, de los cuales aproximadamente 17,600 estaban en la prefectura de Nara. El gobierno prefectural espera que ese número siga aumentando, pero según una encuesta en línea realizada en 2024, solo alrededor del 40% de los extranjeros que viven en la prefectura podían “hablar generalmente lo que quieren decir” o “hablar sin problemas” en japonés.
No es fácil dominar un idioma que no es el propio. Por ejemplo, cuando tienen una pregunta en el trabajo y tratan de preguntar a un compañero ocupado, algunos pueden no saber cómo decir en japonés: “¿ Me puede dar un minuto?”
Los participantes en las clases son principalmente pasantes técnicos, pero también incluyen profesores de idiomas asistentes. Dos veces al mes, estudian “japonés natural” para diversas situaciones cotidianas a través de conversaciones uno a uno y en grupo con miembros del personal voluntario, aprendiendo frases más apropiadas y corrigiendo su uso del idioma. La clase ha sido bien recibida por los participantes, con uno diciendo: “Es agradable que el personal se tome el tiempo para darme consejos sobre cómo hacer que mi japonés suene más natural”.
La clase fue iniciada en 2019 por varios miembros que originalmente asistieron a una clase de inglés, pero recientemente han sentido que están limitados para continuar con sus actividades.
La cuota de membresía anual es de 3,000 yenes (aproximadamente $20) por persona. Muchos de los participantes envían dinero a sus familias en sus países de origen, y la cuota se estableció en un mínimo para mantenerlos motivados para aprender japonés. Las cuotas recaudadas cubren el uso del sistema de videoconferencia, y los seis o siete miembros del personal son completamente no remunerados. Desde abril, las clases semanales se han reducido a dos veces al mes. Kaizaki espera que el gobierno subsidie la clase, aunque sea solo una parte.
Resumen: Mainichi
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