En Oita, en un “Café de la Muerte”, un hombre asoma su rostro desde un ataúd.
Este acontecimiento tuvo lugar en una funeraria.
Los asistentes reflexionan sobre cómo desean que sea el final de sus vidas y reconsideran sus lazos con la familia y las personas que les rodean.
La experiencia principal consiste en entrar vivo en un ataúd, lo que permite sentir la muerte de una manera más cercana.
Con una expresión tranquila, se lleva a cabo la ceremonia de colocación en el ataúd.
Los participantes que se enfrentaron a la muerte comentaron: “Me salieron un par de lágrimas, pero al hablar me sentí aliviado. Es la primera vez que hablo con tanta sinceridad”.
El organizador señala: “Estudiar la muerte hace que la vida que estamos viviendo brille más. Espero que la gente se sienta cómoda al participar en el Café de la Muerte”.