El aumento de impuestos para los trabajadores asalariados ha generado descontento en Japón, especialmente en relación con la tributación de las pensiones de jubilación. Muchos empleados expresan su preocupación por la inseguridad financiera en la jubilación y sienten que la falta de incentivos afecta su disposición a trabajar por el bienestar de sus empresas.
La actual normativa establece que, después de 20 años de servicio, aumenta el límite libre de impuestos para las pensiones, lo que ha sido criticado por obstaculizar la movilidad laboral y ha llevado a debates sobre la reducción de las pensiones netas.
Además, los trabajadores en situaciones de “asignación unipersonal”, quienes se trasladan lejos de sus familias por trabajo, también se quejan.
Un hombre que trabaja en Aichi y vive lejos de su esposa e hija, señala que aunque su empresa cubre parcialmente sus gastos de transporte, estos son considerados ingresos y, por lo tanto, están sujetos a impuestos.
Una madre de tres hijos en Hiroshima también expresa su frustración. Su esposo ha estado trabajando lejos por más de cinco años y recibe una asignación mensual de 60,000 yenes, que también se grava como ingreso. Esto ha causado que su familia exceda los límites de ingresos para acceder a beneficios como la educación gratuita en escuelas secundarias.
Los testimonios reflejan una creciente insatisfacción entre los trabajadores sobre el sistema fiscal y la percepción de que sus esfuerzos no son debidamente valorados.
