Las enmiendas legales promulgadas recientemente por la Dieta japonesa para establecer un nuevo sistema de “formación y empleo” que sustituya al programa japonés de becarios extranjeros han suscitado la preocupación de la prefectura de Gunma, por el posible flujo de trabajadores extranjeros hacia zonas urbanas más grandes con salarios más altos.
Según la ley de inmigración revisada aprobada por la Cámara de Consejeros el 14 de junio, los trabajadores extranjeros podrán cambiar de trabajo dentro del mismo campo después de uno o dos años, lo que supone una reducción respecto al periodo mínimo anterior de tres años en principio. El presidente de una organización supervisora responsable de aceptar aprendices en la región de Tomo, al este de Gunma, declaró: “La aceptación de personal conlleva unos costes iniciales, incluidos los de educación y formación lingüística y de otro tipo, así como el coste de los viajes y las necesidades diarias. Si son trasladados dentro de uno o dos años, ¿nos compensarán por esos gastos?”.
Hasta ahora, las condiciones para el traslado de puestos de trabajo eran estrictas, lo que suscitaba críticas de que ello daría lugar a abusos de los derechos humanos y otros problemas. Con el nuevo sistema, los traslados se permitirán al cabo de uno o dos años si se cumplen determinados criterios.
En octubre pasado, el salario mínimo en Gunma era de 935 yenes (unos 5,95 dólares) por hora, muy inferior a los 1.028 yenes (6,35 dólares) de la vecina prefectura de Saitama o los 1.113 yenes (7,05 dólares) fijados en Tokio. En estas circunstancias, se dice que los aprendices extranjeros ya intercambian información sobre salarios en las redes sociales y se cambian a lugares de trabajo mejor pagados. El presidente de la organización comentó: “Los salarios son completamente diferentes a los de Tokio, especialmente en los campos relacionados con la construcción. Me pregunto si los recursos humanos que nos hemos tomado la molestia de formar se irán a las ciudades”.