El Gobierno japonés decidirá el viernes si reclasifica el COVID-19 a la categoría de enfermedades infecciosas menos graves esta primavera.
La reclasificación, que la equipararía a la gripe estacional, conllevaría importantes cambios en la respuesta de Japón a la COVID-19, incluida la asistencia pública para los proveedores de atención sanitaria y los pacientes, así como las directrices de cuarentena.
Japón también se dispone a suprimir las recomendaciones de uso de máscaras en interiores una vez que se haya realizado el cambio.
El Primer Ministro, Fumio Kishida, se reunirá el viernes con los ministros pertinentes para debatir las propuestas.
Una de las propuestas prevé que el cambio se produzca en abril o mayo, para que las autoridades locales y las instituciones médicas tengan tiempo de prepararse.
El debate se produce en un momento en que el país sigue afrontando entre 100.000 y 200.000 nuevos casos de COVID-19 al día, con cifras récord de muertes por el virus.
Superar esta última oleada sin la declaración de emergencia utilizada en el pasado marcaría un punto de inflexión para la pandemia en Japón, que se acerca a su cuarto año.
Rebajar la categoría del virus -que ahora se encuentra en la segunda categoría de enfermedades de Japón, junto con la tuberculosis- limitaría la respuesta del gobierno. Medidas como recomendar hospitalizaciones o que la gente se quede en casa se limitarán a afecciones más graves.
Ya no se pedirá a las personas con COVID-19 y a sus contactos cercanos que se autoaíslen. Es probable que el gobierno permita que cualquier centro que normalmente trataría a pacientes con enfermedades como la gripe atienda a pacientes que puedan tener COVID-19, en lugar de limitarlos a las clínicas designadas para la fiebre. El Ministerio de Sanidad espera pedir pronto a los municipios y centros médicos que se adapten en consecuencia.
Se reducirá gradualmente la parte de los costes de tratamiento e ingreso hospitalario que corresponde a los contribuyentes, así como la compensación gubernamental adicional que se paga a los centros que aceptan posibles casos de coronavirus. El seguimiento de los casos se simplificaría aún más, y el gobierno no podría declarar otra emergencia ni siquiera en caso de un nuevo repunte.
Las recomendaciones de enmascaramiento se limitarían a las personas que presenten síntomas de COVID-19 y puedan infectar a otras, así como a los ancianos y las personas con enfermedades subyacentes. El gobierno estudiará cómo actuar en zonas de alto riesgo potencial, como los vagones de tren abarrotados.
Muchas personas en Japón han seguido usando máscaras en el exterior a pesar de que las directrices del gobierno indican que hacerlo es generalmente innecesario. Lo mismo podría ocurrir con las mascarillas en interiores, aunque se actualicen las normas.
Pero varios expertos han subrayado la importancia de las mascarillas para frenar la propagación del virus.